6 de abril de 2013

MODELO NEUROBIOLÓGICO DE LA AGRESIVIDAD EN LOS SERES HUMANOS

La violencia destructiva o la agresión aniquiladora contra la vida y los bienes de una persona o de un colectivo humano son comportamientos manifiestos de la conducta humana. A diferencia de ello, la “agresividad” es un concepto que se refiere a una “variable interviniente” e indica la actitud o inclinación que siente una persona o un colectivo humano a realizar actos violentos; en cuanto tal puede también hablarse de “potencial agresivo” de esa persona o de esa colectividad. Desde el punto de vista psicobiológico, es muy compleja y discutida la definición de agresión humana y animal así como la diferenciación entre violencia, agresión y agresividad (Martin, 2000), por ello nosotros consideraremos violencia y agresión como términos sinónimos que designan una misma realidad, por lo que nos limitaremos a fijar el sentido de la palabra violencia. 
El concepto de violencia puede tener diferentes niveles de generalización y abstracción: 
1. En su forma más abstracta violencia significa la potencia o el ímpetu de las acciones físicas o espirituales. Así, la violencia de una explosión atómica indica la intensidad de las fuerzas físicas liberadas en este fenómeno y la violencia de una pasión indica, de manera similar, la vehemencia con que una persona se apresta a conseguir aquello que desea. 
2. En un sentido más concreto, la violencia puede ser definida como la fuerza que se hace a alguna cosa o persona para sacarla de su estado, modo o situación natural. Si se admite, como así lo hacemos nosotros, que todo ser tiene una naturaleza propia, entonces debemos admitir que la persona tiene también una “esencia humana” a la que deben ajustarse sus comportamientos individuales o sociales. Sobre la línea de este supuesto debemos entonces calificar como violencia todo acto que atente contra esta naturaleza esencial del hombre y que le impida realizar su verdadero destino, esto es, lograr la plena humanidad. Así, la institución de la esclavitud en la cultura grecorromana era una institución violenta ya que impedía al esclavo el acceso a la libertad jurídico-política, libertad que constituye uno de los componentes fundamentales de la naturaleza ideal del ser personal. 
3. Por último, en un nivel semántico más preciso y restringido, violencia es la acción o el comportamiento manifiesto que aniquila la vida de una persona o de un grupo de personas o que pone en grave peligro su existencia. Violencia es, por tanto, agresión destructiva e implica imposición de daños físicos a personas o a objetos de su propiedad en cuanto que tales objetos son medios de vida para las personas agredidas o símbolos de ellas. 
En los seres humanos, diversos estudios recientes, realizados con la técnica de tomografía de emisión de positrones han demostrado que los ataques de agresividad están relacionados con una disminución de la actividad de las áreas corticales prefrontales (Drexler, Schweitzer, Quinn, Gross, Ely, Muhammad y Kilts, 2000; Pietrini, Guazleelli, Basso, Jaffe y Grafmann, 2000), asimismo se ha demostrado que la agresión reactiva descrita en pacientes con sociopatía adquirida está relacionada con lesiones en el córtex orbitofrontal (Blair, 2001, Blair y Cipolotti, 2000), así como en el gyrus parietal superior y anormalidades en la asimetría cerebral (Raine, Buchsbaum y LaCasse, 1997). Estos hallazgos son consistentes con la hipótesis de que la alteración funcional de la corteza cerebral, principalmente los sistemas circuitales relacionados con el córtex orbito-frontal puede estar relacionada, directamente, con individuos que muestran comportamientos agresivos patológicos. 
Como vemos, ninguna parte del cerebro actúa aisladamente para producir un tipo de conducta, en este caso violenta, así las conductas agresivas reflejan el resultado del equilibrio entre estimulación e inhibición de diferentes zonas cerebrales en un momento específico. 
Recientemente se está desarrollando una línea de investigación que demuestra que los individuos con comportamientos agresivos están caracterizados por una disminución tanto en las respuestas de conductancia en la piel, como en las cardiovasculares, como un incremento en la cantidad de ondas lentas que aparecen en el electroencefalograma, lo que podría ser un indicador biológico de las conductas agresivas humanas (Raine, 1996; Scarpa y Raine, 1997; Raine, Venables y Mednick, 1997).

Articulo tomado de la revista: Psicobiología de las conductas agresivas. Anales de psicología, 2002, vol. 18, nº 2 (diciembre), 293-303. © Copyright 2002: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, Murcia (España). ISSN: 0212-9728

Esta entrada fue escrita por Oscar Gomez estudiante de tercer semestre de psicología. Universidad de la Costa. C.U.C. 2013

EL ORIGEN DE LA AGRESIVIDAD HUMANA (DOCUMENTAL)

EL DOLOR


El dolor se puede definir como una experiencia sensorial y emocional desagradable. Con lo planteado anteriormente mencionamos que: 
· La percepción del dolor consta de un sistema sensorial. 
·Todos reaccionamos al dolor de manera diferente, el dolor es individual y subjetivo. 
· El dolor que experimenta cada individuo es el resultado de las interacciones de múltiples variables biológicas, psicológicas, sociales y culturales. 
En el dolor existen varios tipos de orígenes: 
Dolor cutáneo: nace en las estructuras superficiales, tejido subcutáneo. 
Dolor somático: se presenta en huesos, nervios, músculos. 
Dolor visceral: se origina en órganos internos del cuerpo. 
En tanto, a lo que se refiere en duración encontramos: 
Dolor agudo: corta duración, fácil identificación, actúa como señal de advertencia de un daño actual. 
Dolor crónico: persistente, presente en enfermedades, su prolongación se da incluso en la ausencia de la misma. 

Bibliografia:

Romera E, Perena M.J., Perena M.F., Rodirgo M., Neurophysiology of pain. Rev Soc Esp Dolor 2000; 7: Supl. II, 11-17.
Pedrajas J., Molino A., Bases neuromédicas del dolor; Neuro-medical bases of pain, Clínica y Salud, 2008, vol. 19 n.° 3 - Págs. 277-293. ISSN: 1135-0806.

Esta entrada fue escrita por Alberto Castro estudiante de tercer semestre de psicología. Universidad de la Costa. C.U.C. 2013

VIVIENDO EL ESTRES


Frecuentemente oímos decir de las personas expresiones tales como: “tengo un estrés”, “tengo la cabeza que me va explotar por tanto trabajo que me estresa”, “no doy más con eso ya me estrese”, etc. Usamos en nuestro lenguaje cotidiano ese simple bisílabo (estrés), pero que al parecer no es tan simple como se escribe o se pronuncia. 
Después de este preámbulo, comencemos por definir que es el estrés para ponernos a tono con todo lo que pretendo abordar en esta reflexión, y así de una manera más clara podríamos entender, cuales son las distintas estructuras cerebrales que participan en el desarrollo del mismo y como se hace presente el sistema nervioso como activador y regulador del estrés. Todo esto con el objetivo de instruir y fortalecer los conocimientos en base a este tema. 
Según Hans Selye el termino estrés, es una respuesta no especifica del organismo ante una demanda exterior (1). Esto que quiere decir, que si en el ambiente donde nos desarrollamos, hay una gran magnitud de estímulos dirigidos hacia uno mismo, esto conllevará a que nuestro organismo se exija mucho más en su potencial de acción o en sus capacidades, para poder cumplir con toda la demanda que se nos está presentando actualmente, donde va a llegar a un punto en el cual el cuerpo diga ya no puedo más, y ese ya no puedo más viene haciéndose notar a través de una sintomatología como lo es el dolor de cabeza, gastritis, cese de la actividad física desgastadora y desanimo en la persona. Es decir que las reacciones del estrés son de tipo (emocionales, cognitivas, fisiológicas y conductuales) (2) pero como llega el estrés a configurarse en nuestro cuerpo: el cerebro permite al organismo percibir un conjunto de estímulos intero y exteroceptivos y responder a posteriori a los distintos tipos de estímulos estresantes (ambientales y biológicos), determinando tanto respuestas fisiológicas como conductas complejas propias del ser humano (3). Un estímulo es percibido por los órganos de los sentidos, este viaja a través de la médula espinal y llega a la corteza cerebral (sistema nervioso central) de ahí se envía un mensaje sináptico al tálamo que activa las áreas del hipotálamo e hipófisis, el hipotálamo envía la información a la glándula pituitaria esta produce corticotropina la cual es dirigida a las glándulas suprarrenales que viaja a través de la medula espinal activando el sistema nervioso simpático y produciéndose adrenalina que aumenta la presión arterial y la frecuencia cardiaca, cortisol que aumenta los niveles de glucosa en la sangre y noradrenalina que dilatan la pupila, estas hormonas son necesarias para que el organismo se adapte a la situación en pocas palabras si decide huir o enfrentarse. Luego el sistema nervioso parasimpático se activa es decir el hipotálamo entra a regular al organismo hiperventilado y colocarlo nuevamente en un estado de homeostasis. 
El sistema inmunológico, porque está confirmado por varias investigaciones científicas, que los altos niveles de estrés y debilitan la función de este sistema, exponiendo a nuestro organismo muy fácilmente a enfermedades, bacterias, etc. El sistema límbico, ya que la sobre producción de cortisol en el cuerpo inhibe la producción de dopamina conocida como la hormona de la felicidad, por lo cual después de un evento hipervigilante del hipotálamo nos sentimos tristes, deprimidos, con pensamientos negativos, como no soy capaz, mis capacidades son muy insuficientes, etc. 
El estrés en conclusión nos saca de nuestra homeostasis, para desequilibrar nuestro sistema nervioso si queremos atender a las exigencias que se nos presentan diariamente. 

Bibliografía: 

1 Mucio J., La neuroquímica del estrés y el papel de los péptidos opioides Revista de Educación Bioquímica Mucio Ramírez, Universidad Nacional Autónoma de México, Vol. 26, Núm. 004, diciembre, 2007, pp. 121, México. 

2 Gómez V., Relación entre estrés e inmunidad: Una visión crítica a la investigación Revista Latinoamericana de Psicología; Vol. 32, Núm. 001, 2000, pp. 40, Fundación Universitaria Konrad Lorenz, Colombia 

3 D’Alessio L., Mecanismos Neurobiológicos de la Resiliencia, edit polemos, cap 2. 

Sierra J., Ortega V., Zubeidat I. Ansiedad, Angustia Y Estrés: Tres Conceptos A Diferenciar. Revista Mal-Estar E Subjetividade / Fortaleza / V. III / N. 1 / P. 10 - 59 / Mar. 2003. 

Esta entrada fue escrita por Noris Navarro estudiante de tercer semestre de psicología. Universidad de la Costa. C.U.C. 2013.

BASES BIOLOGICAS DE LA CONDUCTA ANSIOSA

La ansiedad es una conducta emocional que cumple una función adaptativa en diversas situaciones, surge en respuesta a la exposición a ambientes que impliquen peligro o amenaza. Es una experiencia universal y cotidiana, considerada como esperada o normal ante determinados contextos. En esta medida, la ansiedad surge como un mecanismo de vigilancia que intenta asegurar la supervivencia del individuo. 
Por otro lado, la ansiedad puede surgir también como una conducta patológica cuando después de cierta continuidad de las respuestas o excesiva intensidad de las mismas, no se logra establecer el equilibrio necesario entre el sujeto y los estímulos que la desencadenan.
En cuanto al aspecto biofisiologico de los trastornos de ansiedad, esta, es definida como la activación del sistema nervioso autónomo, debida una hiperactividad de la función noradrenergica relacionada a estímulos externos o como resultado de un trastorno endógeno de las estructuras o de la función cerebral. Dicha activación da como resultado la expresión de síntomas periféricos derivados del sistema nervioso vegetativo (aumento del tono simpático) y del sistema endocrino (hormonas suprarrenales), que son los que como consecuencia final desencadenan la expresión de los síntomas de la ansiedad ante una amenaza potencial real o imaginada a la integridad física o psíquica. De igual forma la estimulación del sistema límbico y de la corteza cerebral se traducirá en síntomas psicológicos de ansiedad. Esta reacción de hiperalerta se manifiesta en forma de síntomas físicos, psicológicos (cognitivo-emocionales conductuales o somáticos); angustia, temores, preocupación, inseguridad, inquietud, distraibilidad, tensión motora, hiperactividad autonómica, digestiva, cardiocirculatoria y respiratoria.



Esta entrada fue escrita por Oscar Gomez estudiante de tercer semestre de psicología. Universidad de la Costa. C.U.C. 2013

LAS EMOCIONES

Por lo general los individuos; independientemente a la cultura que pertenecen relacionan la emoción con los sentimientos; dependiendo de las manifestaciones gestuales presentadas en situaciones que acarreen este determinado concepto; sin embargo las emociones tienen un componente de experiencia interna y un componente de manifestación externa(pueden regir en regiones separados del sistema nervioso) que producen reacciones psicofisiológicas que representan modos de adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo acompañado de cambios orgánicos. Las emociones se pueden ver de diferentes enfoques; para su mayor entendimiento lo cuales se explicaran a continuación: 
Psicológicos: alteran la atención, hacen subir de rangos ciertas conductas guía de respuestas del individuo y activan redes asociativas referente a la memoria. 
Fisiológicos: organizan rápidamente las respuestas de distintos sistemas biológicos como; expresiones faciales, músculos  la voz, la actividad del SNA y SE. 
Conductual: Sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros. 
Si bien es cierto que las emociones no son esencialmente sentimientos; tienen categorías básicas que se asemejan a ellos como; miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría, tristeza. Estas categorías son la acción que presentamos en un momento de emoción; a través de la interpretación que el cerebro le de a la situación presentada; ejemplo: la corteza cerebral envía una copia de la información sensorial que recibe la amígdala y esta decide si el estimulo es amenazador y si es pertinente responder a el con miedo o agresividad. Cuando la amígdala ha decidido que respuesta requiere ante un estimulo envía señales a otros lugares del cerebro; envía señales a la corteza cerebral para desencadenar la emoción subjetiva interna y la expresión externa de la misma. 
Como se comentaba anteriormente las emociones van siempre acompañadas de reacciones fisiológicas en este caso es el sistema nervioso autónomo el encargado de regular los aspectos fisiológicos de la emociones; acelera y desacelera los órganos a través del sistema simpático y sistema parasimpático. 
Simpático: Provoca que las glándulas adrenales liberen adrenalina en el torrento sanguíneo. 
Parasimpatico: Desacelera; trae el cuerpo de vuelta de la situación de emergencia a la que lo llevo el SNS. 
De igual manera existen partes del cerebro que realizan funciones especificas en las emociones: 
SISTEMA LIMBICO: Comportamiento animal de ira y miedo, comportamiento agresivo. Trabaja junto con la corteza cerebral permitiendo tener el control sobre las emociones. 
HIPOTALAMO; conductas generadas: 
-Regulacion del hambre y la sed. 
-Respuesta al dolor. 
-Niveles de placer: Satisfacción sexual, ira y comportamiento agresivo. 
-Regula el funcionamiento de SNS-SNP (sistema autónomo) 
-Activación fisiológica en respuesta a circunstancias emocionales. 
HIPOCAMPO: Control de la memoria a corto y largo plazo. 
AMIGDALA: Denominada centros de la afectividad, es aquí donde se procesan las distintas emociones y el hambre. 
-Experimentan penas, angustias y alegrías intensas. 
LOBULOS PREFONTALES Y FRONTALES: 
-Moderan las reacciones emocionales 
-Desarrollan planes de actuación concretos para situaciones emocionales: se ocupan de la delicada coordinación de las emociones. 

Bibliografia: 

Sierra J., Ortega V., Zubeidat I., Ansiedad, Angustia Y Estrés: Tres Conceptos A Diferenciar, Revista Mal-Estar E Subjetividad / Fortaleza / v. Iii / n. 1 / p. 10 - 59 / mar. 2003.

Esta entrada fue escrita por Mayra Herrera estudiante de tercer semestre de psicología. Universidad de la Costa. C.U.C. 2013.